UN ENSAYO DE ARNALDO ANTUNES




SOBRE EL ORIGEN DE LA POESÍA

El origen de la poesía se confunde con el origen del propio lenguaje.

Tal vez tuviese más sentido preguntar cuándo el lenguaje verbal dejó de ser poesía. O: cuál es el origen del discurso no-poético, ya que, restituyendo lazos más íntimos entre los signos y las cosas por ellos designadas, la poesía apunta a un uso muy primario del lenguaje, que parece anterior al perfil de su acontecer en las conversaciones, en los periódicos, en las aulas, conferencias, discusiones, discursos, ensayos o llamadas telefónicas.

Como si ella restituyese, a través de un uso específico de la lengua,  la integridad entre nombre y cosa ⎼que el tiempo y las culturas del hombre civilizado trataron de separar en el transcurso de la historia.

La manifestación de lo que llamamos poesía hoy nos sugiere mínimos flashbacks de una posible infancia del lenguaje, antes que la representación cortase su cordón umbilical, generando esas dos mitades ⎼significante y significado.

¿Hubo ese tiempo? ¿Cuando no había poesía porque la poesía estaba en todo lo que se decía? ¿Cuando el nombre de la cosa era parte de ella, así como su color, su tamaño, su peso? ¿Cuando los lazos entre los sentidos aún no se habían deshecho, entonces música, poesía, pensamiento, danza, imagen, olor, sabor, consistencia se conjugaban en experiencias integrales, asociadas a utilidades prácticas, mágicas, curativas, religiosas, sexuales, guerreras?

Puede ser que estas suposiciones tengan algo de utópico, proyectado sobre un pasado prebabélico, tribal, primitivo. Al mismo tiempo, cada nuevo poema del futuro que el presente alcanza, crea, con su acontecer, un poco de ese pasado.

Recuerdo haber leído, cierta vez, un comentario de Décio Pignatari, donde llamaba la atención con respecto al hecho de que, tanto en chino como en tupi, no existe el verbo ser como verbo copulativo. Así, el ser de las cosas dichas se manifestaría en ellas mismas [sustantivos], no en una partícula verbal externa a ellas, lo que las tornaría lenguas poéticas por naturaleza, más propensas a la composición analógica.

Más cerca del sentido común, podemos prestar atención a cómo hacen hablar a los indios en la mayoría de las películas de cowboys ⎼ellos dicen 'manzana roja', 'agua buena', 'caballo veloz'; en vez de 'la manzana es roja', 'esa agua es buena', 'aquel caballo es veloz'. Esa forma más sintética, telegráfica, aproxima los nombres a la propia existencia ⎼como si el habla no estuviese refiriéndose a aquellas cosas y sí presentándolas [al mismo tiempo que se presenta].

En su estado de lengua, en el diccionario, las palabras intermedian nuestra relación con las cosas, impidiéndonos el contacto directo con ellas. El lenguaje poético invierte esa relación, pues tornándose, él en sí, cosa, ofrece una vía de acceso sensible más directo entre nosotros y el mundo.

Según Mikhail Bajtín [en el Marxismo y filosofía del lenguaje], 'el estudio de las lenguas de los pueblos primitivos y la paleontología contemporánea de las significaciones nos llevan a una conclusión acerca de la llamada 'complejidad' del pensamiento primitivo. El hombre prehistórico usaba una misma y única palabra para designar manifestaciones muy diversas que, desde nuestro punto de vista, no presentan ningún vínculo entre sí. Más allá de eso, una misma y única palabra podía designar conceptos diametralmente opuestos: lo alto y lo bajo, la tierra y el cielo, el bien y el mal, etc'. Tales usos son enteramente extraños al lenguaje referencial, pero bastante comunes en la poesía, que elabora sus paradojas, dobles sentidos, analogías y ambigüedades para generar nuevas significaciones en los signos de siempre.

Ya perdimos la inocencia de un lenguaje así de pleno. Las palabras se desapegaron de las cosas, así como los ojos se desapegaron de los oídos, o como la creación se desapegó de la vida. Pero tenemos esos pequeños oasis ⎼los poemas⎼ contaminando el desierto de la referencialidad.







Arnaldo Antunes
Tomado de Palabra desorden
Selección y traducción ⎼ Reylando Jiménez e Ivana Vollaro
Caja Negra Editora, 2014

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