CINCO POEMAS DE THOMAS BERNHARD




*

El año es como el año hace mil años
llevamos el cántaro y golpeamos el lomo de la vaca
segamos sin querer saber nada del invierno
sin saber nada bebemos mosto
pronto habremos sido olvidados
y los versos se desharán como nieve ante la casa.

El año es como el año hace mil años
miramos el bosque como establo del mundo
mentimos y tejemos cestos para peras y manzanas
dormimos mientras nuestras botas sucias
se descomponen ante la puerta de la casa.

El año es como el año hace mil años
no sabemos nada
no sabemos nada del ocaso
de las ciudades hundidas, de la corriente
en que se ahogaron hombres y caballos.



*

Mi desesperación llega a medianoche
y me mira como si yo hubiera muerto hace mucho
los ojos negros y cargada la frente de flores
la amarga miel de mi tristeza
gotea sobre la tierra enferma
que a menudo me tiene despierto en noches rojas
para ver el morir agitado del otoño.

Mi desesperación llega a medianoche
de los sueños confusos del sol y de la lluvia
pronto digo que elogiaba todo
siendo ajeno a mi puerta y a mi miedo
miles de años se precipitan desde paredes frías
y me llevan un trecho hacia el invierno.

Mi desesperación llega a medianoche
ha cambiado el valle, la luna flota en el prado
la hoz quebrada del atardecer furioso se apoya
en el quicio de la ventana y me mira.
Sé muy bien que estoy destrozado
como esa hoz, nadie me engaña ahora
ni siquiera el río que dicta su sentencia
antes de que amanezca.



*

Escucha, en el viento flotan
miedos
ojos de muchos niños
se cierran
en arroyos inquietos.
Más salvaje se queja
el ave
de mi muerte
escucha
en el viento flotan
miedos
tiritando vuelve
lo que yo había
perdido
en la muerte muchos se levantan
con manos heridas
sosteniendo
velas blancas
de estrellas cansadas
y de veranos llorados
escucha, hermano mío
hermana
escucha
en el viento flotan
miedos.



*

Detrás del bosque negro
quemo este fuego de mi alma
en el que flamea el aliento de las ciudades
y el mirlo del miedo.
Con las manos desnudas apago esas llamas
que me hacen subir el aire al cerebro
y tiemblan en mi nombre.
Como una nube mi corazón surca el aire
sobre los tejados
cerca de los ríos
hasta que yo, una lluvia tardía, regreso
ya entrado el otoño.



*

No tengas
mi hambre
que
me devora
en invierno
no te hieles
y olvida el arbusto
que
me llena
la boca
de hojas
y lágrimas.

Espera en casa
hasta que haya
vuelto
en abril
y muerta
en el arroyo
la voz
de mis canciones
beba
agua.







Thomas Bernhard
Tomados de Bajo el hierro de la luna
Traducción de Miguel Sáenz
DVD ediciones, 2000

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