SOBRE «CAMALEONES [RAZONES PARA ARMAR]» DE LUIS ARMENTA MALPICA
EL POSMODERNO PROMETEO
por Enrique Carlos
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Camaleones
[razones para armar] es el nuevo libro de Luis Armenta Malpica, y
hablar de él, en términos descriptivos, es una labor titánica, acaso un
despropósito. Encontramos demasiados intereses en estas páginas como para poder
asirlos: tonos, homenajes, tradiciones, formas, paráfrasis, mitologías, collages,
inter-textos, referencias; no sólo literarias, sino artísticas en general,
pasando por cantantes de rock, a bailarines de flamenco, directores de cine y
un largo etcétera. Pero ¿es necesario definir un tema, en lugar de una
búsqueda? Me parece que no. Entre tantos hilos conductores, el que se nos
revela primero, y que resulta visible a lo largo del libro, es una preocupación
por el lenguaje. No de forma tácita, sino explícita, Luis manifiesta su
preocupación en estos poemas que podríamos denominar híbridos y ensayísticos.
Entonces ¿es un libro que ensaya sobre lenguaje? Sí, también, entre muchas
otras cosas. ¿Y es Luis Armenta quien nos habla sobre lenguaje? Sí, y no. Luis
y una desbandada de voces apropiadas, todas juntas conforman este animal
mimético, transgénero literario, Frankenstein discursivo.
Ahora
bien, si este es un libro sin forma precisa, confeccionado a retazos, en donde
los colores no pueden definirse, ¿no será esta su forma, su color y naturaleza?
Me parece que así es. Porque en un camaleón lo que menos importa en realidad
son sus exóticos colores, sino su peculiar cualidad de cambiar de ellos; en
este libro lo que menos importa es el tema o la tesitura de los poemas, sino su
intento por abrir una grieta y dejar pasar luz a la sofocante caja textual que
hemos heredado y parece estar llegando a su fin.
Pensar
este libro como un Frankenstein resulta natural, tanto que el mismo Luis
desarrolla esta idea en diferentes momentos. Ciertamente hay algo muy cuir
en la idea de un hombre formado por partes de otros hombres, y animales, en un
laboratorio gótico; la cumbre del travestismo. Sin embargo, la idea de dar vida
[al moderno Prometeo] con fragmentos de otros cuerpos, se acerca a un momento contemporáneo
que me interesa. Problematiza la idea de autoría, aproxima la creación al concepto
de curaduría, y saca al poema del autismo en el que parece dormir tan
cómodamente, como si el mundo en el que vivimos no se desmoronara ante nosotros.
Escribió
Vallejo, en su ensayo Poesía nueva, que «Muchas veces un poema no dice ‘cinema’,
poseyendo, no obstante, la emoción cinemática […] Tal es la verdadera poesía
nueva». Esto lo publicó hace cien años, pero, aunque la modernidad haya sido
rebasada, el concepto que plantea sigue vigente y merece que nos detengamos a
reflexionar. Si un poema no se vuelve moderno por utilizar palabras modernas,
sino que debe acontecer la modernidad en él. La brújula para escribir poesía
posmoderna podría ser la misma: un libro no se volverá posmoderno hasta que
acontezca la posmodernidad en él. Dicho de otra forma, un libro actual no se
debe a su temática, sino a su estructura.
Ya
hablamos del moderno Prometeo: Frankenstein. Ahora vayamos al antiguo, aquel
titán que robara el fuego de los dioses para darnos luz a los mortales, ofreciendo
a cambio su hígado y su vida. Perdonen el romántico exabrupto, pero ¿no es,
acaso, el poeta un Prometeo que se forma con pensamientos de otros bardos, que
roba ese otro fuego, que es el lenguaje, a los dioses para dar luz a nuestras
almas, sacrificando su hígado [de esto doy fe] y su vida misma? Pero hay que
tener cuidado con el espejismo, no todos los fuegos son el fuego; parafraseando
a Borges, el fuego es una cosa que sin duda ocurre en el presente. No podemos
robar un fuego antiguo, por el sencillo hecho de que ya no existe. Si
pretendemos ser ese ladrón, debemos, forzosamente, situarnos en nuestro tiempo.
Posverdad,
violencia de género, extrema derecha, colapso climático, metaverso, tiempos
líquidos, inteligencia artificial, pospandemia, feminicidios, desapariciones
forzadas, migración, armas nucleares... ¿De verdad creemos que un libro de
poemas como lo concebimos puede hacer frente a esto? ¿Para qué un poemario más
de ballenas, o caballos? ¿Un libro unitario y estable en un mundo fragmentado y
volátil? ¿Para qué? ¿Para quién?
Es
aquí donde aparece el Camaleón. Tardamos en descubrirlo porque este libro no
habla sobre él, sino que lo encarna en sí mismo. Cambia de color poema tras
poema, estrofa por estrofa, justo como la actualidad lo requiere. Nos lo dice Edmond
Jabès «Creo en el libro en relación con el aniquilamiento del libro». Escuchemos.
Atendamos. Aniquilemos el molde. Una poesía capaz de mimetizarse con la
abrumadora polifonía del mundo contemporáneo. El camaleón entra y sale de
distintos tonos y estructuras sin siquiera notarlo… como un escrol en internet,
este artefacto nos bombardea con innumerables estímulos críticos y estéticos.
Dicho
esto, conviene apuntar también que, a pesar de este andamiaje fluido y
maleable, la voz de Luis se reconoce desde el primer poema «Al dolor no se
entra solo. / Termina de leer. / No tengo prisa», y se mantiene hasta el último
«Es el grito del monstruo / que hicimos entre todxs / mientras fuimos leyendo
// este poema». Encontramos momentos de una belleza contundente como el asalto
de una sombra que nos aterra, o pájaros hechos con el sonido de la voz. Leemos
una especie de bestiario conceptual de animales lingüísticos, además de avistar
diversas cruces como el campo minado por el que caminan a diario las minorías. Discurrimos,
por distintos cauces, en el río del voguing y la jotería, los amantes
tras un biombo de lenguaje y esa bandera colorida que, como los camaleones, tantas
veces han sido orillados a ocultar.
Esta
es la apuesta de Luis Armenta Malpica en Camaleones [razones para armar],
camuflarse para robar el fuego del lenguaje a los Dioses, como un posmoderno
Prometeo, y luego compartirnos sus exuberantes colores que, entre todos,
coralmente, tenemos que ensamblar. Agradezco un libro que se preocupe y abone
la búsqueda tan urgente de una nueva arquitectura que revitalice la poesía de
nuestro tiempo. Agradezco a cualquier autor que entregue su hígado y su vida en
pro de su arte. ¿De que otra forma, si no, «pudiera decir: yo soy poeta / sin
que ese yo decapitara el tiempo / con un golpe»?
Texto leído por Enrique Carlos en la presentación de Camaleones [UNAM, El ala del tigre, 2024] de Luis Armenta Malpica, el 27 de febrero de 2025, en Patán Ale House.