TRES POEMAS DE ENRIQUE CARLOS
UN MONTÓN DE PÁJAROS
Había estado solo en casa
merodeando del comedor a la cocina.
Arrastré mi cansancio
rumbo al parque
hasta tumbarme sobre una banca.
Las guayabas se pudrían con gracia
entre los arbustos.
Un perro se acercaba a mí
y se alejaba.
Niños se columpiaban en los juegos
como los últimos rayos de sol
sobre las hojas de los árboles.
Una parvada de estorninos
oscureció el cielo. ¡Mira, Charly,
un montón de pájaros!
gritó un niño a mis espaldas.
Creí que me hablaba a mí,
que yo también había pasado la tarde
jugando en los columpios.
¡Sí, los estoy viendo!
le iba a contestar, pero cuando voltee
sólo quedaban dos o tres pájaros rezagados
como yo, en aquella tarde
de diciembre.
NUEVO CENTRO DE LA TIERRA
Avanzó el auto
al fondo de la calle,
rápido como una piedra que se hunde.
Todo fue diferente,
el árbol de la esquina, las bolsas de basura,
el cancel del patio.
Era como si las cosas supieran
que ya no vivirías en el departamento cinco
de aquel edificio despintado.
Cuando logramos entrar a casa
encontramos una croqueta
en el espacio de tu ausencia.
Ese era el nuevo centro de la tierra
alrededor del cual giraban
las sillas del comedor, los libros del estudio,
las plantas, almohadas y cubiertos.
Así dormimos esa noche, convencidos
de orbitar una croqueta.
Una constelación de tres estrellas, separada
por la oscuridad, unida
por la luz.
WARNING
Una caja enorme
obstruía la luz de la sala,
constantemente chocábamos con ella.
A veces quería hablarte
pero ahí estaba, entre nosotros,
con su letrero «WARNING»
y adentro nada; quiero decir
nuestro vacío
más pesado que cualquier electrodoméstico.
Una mañana te encontré, cuchillo en mano,
cortándola en pedacitos.
La sacamos a la calle, pero al regresar
el vacío seguía obstruyendo
la luz y el aire.
Ahora, sin su caja,
se extiende a voluntad por las recámaras
nos abriga amorosamente,
nosotros estamos dentro
y no hay cuchillo
que logre atravesarlo.
Enrique Carlos
rápido como una piedra que se hunde.
Todo fue diferente,
el árbol de la esquina, las bolsas de basura,
el cancel del patio.
Era como si las cosas supieran
que ya no vivirías en el departamento cinco
de aquel edificio despintado.
Cuando logramos entrar a casa
encontramos una croqueta
en el espacio de tu ausencia.
Ese era el nuevo centro de la tierra
alrededor del cual giraban
las sillas del comedor, los libros del estudio,
las plantas, almohadas y cubiertos.
Así dormimos esa noche, convencidos
de orbitar una croqueta.
Una constelación de tres estrellas, separada
por la oscuridad, unida
por la luz.
WARNING
Una caja enorme
obstruía la luz de la sala,
constantemente chocábamos con ella.
A veces quería hablarte
pero ahí estaba, entre nosotros,
con su letrero «WARNING»
y adentro nada; quiero decir
nuestro vacío
más pesado que cualquier electrodoméstico.
Una mañana te encontré, cuchillo en mano,
cortándola en pedacitos.
La sacamos a la calle, pero al regresar
el vacío seguía obstruyendo
la luz y el aire.
Ahora, sin su caja,
se extiende a voluntad por las recámaras
nos abriga amorosamente,
nosotros estamos dentro
y no hay cuchillo
que logre atravesarlo.